El impacto de la historia Ruandesa.



Febrero 2015

Nuestro recorrido por África está siendo una cátedra intensiva de historia y geografía, porque está claro que no sabemos nada de este continente y lo poco que creíamos saber tiene poco que ver con lo que hemos visto, vivido y sentido en estos meses de viaje.

Frontera Rwanda -Tanzania, en Rusumo

El gobierno actual de Rwanda quiere hacer convertirla en uno de los países más organizados, ordenados y limpios del continente. Las bolsas de plástico están prohibidas, hablan de cero tolerancia a la corrupción y se intenta transmitir una imagen de modernidad y estabilidad. Es decir, quieren que Rwanda sea atractiva para inversores internacionales. En ello está Paul Kagame, el presidente que lleva 15 años gobernando. Ha construido grandes avenidas con aceras en la capital, las carreteras principales están en buenas condiciones, hay alumbrado público en los centros urbanos, se ven centros de salud (muchos apoyados por USA), colegios, han adornado las ciudades con cuidados jardines (¡aunque está prohibido pisarlos!).

Pero en nuestra corta visita por el país notamos que algo no encajaba del todo. Se pretende aparentar calma y que todo va bien pero no deja de sentirse cierto ambiente ficticio, cierta fachada.
Hay fuerte presencia policial y militar en ciudades y pueblos. Mucho personal desplegado, con uniformes militares, fusiles y metralletas en mano. Es la primera vez en este viaje por África que vemos tantas armas. Algunas personas nos comentaron que el servicio secreto ruandés es de los más fuertes del continente y que hay poca libertad de expresión. Todo está demasiado controlado por el gobierno y sus fuerzas de seguridad. “Cuidado, ¡ese puede ser espía!”, nos dijeron varias veces.

¿Qué puede haber detrás de todo esto? Difícil de saber, pero como somos cuarentañeras, tenemos edad y memoria para recordar que hace 20 años en Rwanda ocurrió un genocidio en el que, según la versión que conocíamos, mataron miles de personas por razones étnicas sin que la llamada “comunidad internacional” hiciera algo.

Memoriales del genocidio en Kibuye
Con nuestra ignorancia como guía, fuimos a visitar el principal Memorial del Genocidio en la capital de Rwanda. Hay memoriales por toda Rwanda, y en este de Kigali hay también un museo. Fue empezar a leer los detalles de lo sucedido y no salíamos del asombro. Una masacre de un millón de personas (según las cifras oficiales) en 3 meses, entre abril y junio de 1994, a punta de machete, garrote y todo tipo de armas, cometida por los Hutus contra los Tutsis.

Si una atrocidad de este tipo no puede dejarte indiferente, fue impactante saber que fueron los colonizadores europeos, concretamente los alemanes y belgas los que idearon, gestaron y fomentaron la división y el odio étnico que degeneró en esta atrocidad.

Antes de la colonización, en Rwanda no había ninguna clasificación étnica. País compacto, nunca ha sido un pueblo muy mezclado y se nota en los rasgos de la gente.
Pero llegaron los Alemanes a finales del mil ochocientos y empezaron a diferenciar 2 grupos, los Hutus y los Tutsis. ¡Divide y vencerás! Cuando Europa se repartió el continente africano, fueron los Belgas los que se quedaron con Rwanda, así como con los vecinos Burundi, tan pequeño como Rwanda, y el inmenso y riquísimo Congo o Zaire. En los años 30, los Belgas establecieron oficialmente un documento de identidad que clasificaba étnicamente a la población. Aunque intentaron buscar diferencias físicas, que si la altura, la contextura, la nariz, desistieron y finalmente decidieron que los Tutsis eran los que tenían más de 10 vacas y el resto eran Hutus. Los colonos privilegiaron a los primeros, que eran minoría (15%) y discriminaron al resto.

En los años 50, después de la segunda guerra mundial, como Europa estaba ocupada reconstruyéndose, empezó a dar la independencia a los países africanos para controlarlos de otra manera. Así que en 1962 se declara la Rwanda independiente, dejando en el poder a los Hutus, que eran los que habían sido reprimidos, e incentivando el revanchismo contra sus anteriores protegidos, los Tutsis. Se mataron unos y otros desde los años 50, más o menos intensamente, y muchos Tutsis buscaron refugio en las vecinas Uganda y Tanzania. En Burundi pasó algo similar pero a la inversa, con los Tutsis en el poder.

¿Aún no te has perdido en esta historia sangrienta? Y eso que estamos intentando resumir, contando la historia oficial.

Unos años después llegan los Franceses para entrenar al ejército y las fuerzas de seguridad, previo contrato millonario de venta de armas. Más matanzas, refugiados, todo aliñado con la “ayuda” extranjera. Rwanda era un caldo de cultivo y la radio y la iglesia incentivaban a los Hutus a odiar a los Tutsis. Finalmente la olla estalló en abril de 1994, cuando el avión donde viajaban los presidentes de Rwanda y Burundi es estrellado en Kigali y empieza la masacre.

No es por subestimar la capacidad estratégica de los africanos, pero sospechamos que fueron intereses internacionales los que diseñaron todo esto, incluyendo el asesinato de dos presidentes. Nunca lo sabremos, pero lo cierto es que las Naciones Unidas no hicieron nada para evitarlo. Los rwandeses cayeron en la trampa llevando la brutalidad al límite para matarse entre hermanos. Un millón de muertos en 100 días! Parece increíble, una locura.

Vista del centro de Kigali (izq.) y piscina del Hotel de las mil colinas (el de la peli)

En el museo de Kigali, la exposición finaliza mostrando un país reconciliado, sin rencores entre asesinos y víctimas, un país nuevo. Esto es lo que quiere mostrar Kagame, el presidente. Pero resulta que él también fue protagonista del genocidio como dirigente de las guerrillas Tutsis, en todos los años previos y durante el genocidio, es decir, también tiene muertes sobre su espalda. Ahora está aferrado al poder desde el 2000, y quiere cambiar la constitución para perpetuarse (eternizarse en el poder parece ser un virus contagioso). En fin, que no ha habido justicia ni la habrá.

Con el paso del tiempo sabremos si el rumbo que está tomando Rwanda está siendo conducido por los ruandeses, pero será difícil. Hay muchos intereses en juego en esta zona central del África, situación bien estratégica, y aunque Rwanda es un país muy pequeño (todo queda a 200 km de la céntrica capital), es densamente poblado (actualmente son 12 millones de personas). Así que entre más inestabilidad será más fácil sacar las riquezas inmensas del Congo vecino y continuar con el negocio de la “ayuda para el desarrollo”. Primero generas el conflicto y luego llegan los organismos de Naciones Unidas, la Unión Europea, ONG´s, US-Aid, etc., para supuestamente “cooperar”, “reconciliar” y “aliviar”.
No deja de ser curioso que Hollywwod hiciera una película sobre el genocidio, Hotel Rwanda ... ¿por qué estaban interesados en dar a conocer lo que pasó?

La gente anda algo perdida en Rwanda como con los idiomas. Antes francófona, en el 2008, reemplazan el francés por el inglés en los colegios y el país ha entrado en la Commowealth. ¿Cambiarán también los enchufes y la conducción? Ahora mismo siguen a la europea, no como en el este y sur de África.

Pero la vida sigue tranquila en apariencia y la gente continúa labrando las tierras fértiles a lo largo y ancho del país. Rural, destaca el color verde, el país parece una huerta enorme, no hay colina sin cultivos, preciosas terrazas trabajadas para producir millones de plátanos, maíz, café, té, arroz, frutas. Vacas y cabras por todo lado. No falta qué comer y se nota en la frescura de sus mercados. Pero tampoco queda un árbol original y los pocos que se ven son eucaliptos que sembraron los europeos.

Nos llamó la atención que las iglesias se siguen llenando cada domingo, cuando suponíamos que la gente les había cogido miedo ya que fueron trampas mortales en las que masacraron a miles de personas. Hay muchas organizaciones cristianas, con escuelas y algunas con alojamientos.

No queda mucha vida salvaje, pero si milagrosamente sobreviven grupos de gorilas en las montañas del norte, en una zona preciosa con volcanes y lagos, comparten con Congo y Uganda.  ¿Te acuerdas de la película Gorilas en la Niebla? Pues la historia de Dyane Fossey sucedió en estas montañas. Hoy aún quedan unos 700 gorilas en la zona pero los precios son prohibitivos. ¿Cuánto estarías dispuesto a pagar por ver estos animales durante 45 minutos en la jungla? Nosotras muy poco, así que ni se nos pasó por la cabeza pagar lo que un ruandés que tenga la suerte de tener un trabajo asalariado en 7 meses o un año, ¡es decir 750 dólares!

En cualquier caso, recorrer Rwanda es un disfrute para los ojos, curvas y más curvas, sube y baja, el escenario siempre es bello. Viniendo de Tanzania el cambio es aún más notorio, sobretodo por lo limpio. Nos movimos siempre en minibuses nuevos, con los precios expuestos (son baratos, recorrer 50 km cuesta poco más de un euro y lleva una hora). En cuanto al alojamiento, la calidad es algo mediocre, frente a la de Tanzania, aunque sigue siendo barato (se consigue habitación de unos 15 euros o menos).

Los restaurantes locales tienen comida tipo buffet, perfecta para el viajero, disponible a cualquier hora. Te sirves todo lo que quepa en un plato, pero por más que intentamos no logramos hacer la montañota que hacían los locales. Cuesta poco más de un euro. La comida recuerda a la colombiana del corrientazo, es decir básicamente es arroz+papas fritas+plátano +yuca+fríjoles. Y disfrutamos bebiendo grandes jarras de yogur local, el ikiruguto.

No faltan cervezas locales y bares, altavoces sonando fuerte y llama la atención el gran número de salones de apuestas retransmitiendo fútbol y deportes, siempre llenos de hombres, casi siempre apostando. También vimos gente pobre, viviendo con realmente lo mínimo, niños sucios y con barriguitas hinchadas, en las ciudades y pueblitos.
 
Ay Rwanda! ¿Hacia dónde vas?
Con todo este pasado reciente es normal que a la gente le cueste sonreír, son demasiado serios. El genocidio fue hace tan sólo 20 años y casi todos vieron cómo mataban a sus familiares, así que es normal que haya toda una generación traumatizada.

Si para nosotras fue impactante saber que en la casa en la que nos alojamos en Kigali mataron a casi todos los hijos de la dueña, no podemos imaginar lo que puede sentir todo el pueblo rwandés. Ainhoa, la médico vasca-puertoriqueña que nos acogió también nos contó que Abril es el mes de la conmemoración, cuando el país recuerda su historia para que no vuelva a ocurrir jamás.   

Eso esperamos, que los pueblos africanos no vuelvan a caer en la trampa para matarse entre hermanos. ¡Never again, nunca más !

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