Zimbabwe. Con mochila y transporte público por Africa.



Recorrimos Zimbabwe en Enero del 2015

Zimbabwe ha sido el primer país de esta nueva etapa mochilera por África, una vez entregado el coche de alquiler. Por supuesto se acabaron las comodidades, fueron más de 12 horas para hacer los 500 km que separan Polokwane (Sudáfrica) de Masvingo (Zimbabwe). Nos subimos en una vieja furgoneta Mercedes rumbo a este nuevo país, y aunque no nos gusta viajar de noche, no había opción.

Al ver la carga que llevaban nuestros compañeros de viaje, nos preguntábamos si realmente sería tan caro el país vecino para que les compensara llevar ese tipo de mercancías, desde colchones nuevos y usados, placas solares, bultos de arroz, … hasta cubos de plástico. Autobuses y furgonetas remolcan tráilers llenos a tope.


Hay cientos de vehículos circulando hacia y desde Sudáfrica conectando Zimbabwe, Zambia y Malawi, moviendo principalmente trabajadores y familiares de visita. Todos aprovechando para llevar cuanto pueden. Rápido, al ver los supermercados de Zimbabwe, nos enteramos de la causa: por increíble que parezca, los precios son el doble de caros que en Sudáfrica.

Así es que allá estábamos, en el primer transporte público que tomábamos en África, en medio de la noche, al final de las vacaciones de año nuevo, en la congestionada frontera de Beitbridge. 4 horas en total para pasar los dos puestos de inmigración! Y eso que la gente puso dinero para untar a los aduaneros y no revisaran el remolque con todos los trastos. Welcome to Zimbabwe!

Llegamos sanas y salvas después de 12 horas de viaje en total, a pesar de la estrecha y mala carretera nacional 1 de Zimbabwe (una vergüenza, con el tráfico que tiene, que conecta Johannesburg y la capital Harare, y encima con peajes!). A pesar también de los perros y burros en la carretera, y de los controles de policía cada 20 km (una manera para los policías de redondear el mes de salario), y pese al cansancio de todos, incluido el chofer, al cual se supone que teníamos que dar conversación para que no se durmiera, misión de quien ocupa los asientos delanteros, que son los que nadie quiere y que nos tocaron por lentas.


Nuestro primer destino fue Great Zimbabwe, uno de los pocos sitios arqueológicos del África subsahariana, con unos 700 años de antigüedad. Colinas con enormes bloques de granito donde construyeron laberínticos muros de piedra. Un lugar misterioso para nosotras, ya que no nos convencimos de la explicación simplista que dan en el museo, donde te cuentan que era el palacio de un rey para sus 200 concubinas.

Para contextualizar la historia reciente del país, sólo mencionaremos que a finales del 1800, las grandes potencias colonizadoras de África estuvieron de acuerdo en que Mr Rhodes (un escocés, convertido en millonario al descubrir minas y crear la Sudáfrica British South Africa Company), creara su propio país, Rhodesia, cuando llegó por la zona del Zambezi. Dinero y ego no le faltaban a este señor. Posteriormente el país fue dividido en Rhodesia del Sur, actual Zimbabwe, y Rhodesia del Norte, hoy Zambia.

El gran cambio para nosotras en Zimbabwe ha sido la gente. Son personas calmadas, educadas, muy diplomáticas, agradables en general. Les encanta conversar, preguntar, son cultos. Por  primera vez en estos meses nos sentimos muy a gusto, de igual a igual conversando con la gente, sin sentir tanto la barrera racial. En los otros países donde hemos estado te hacen sentir que somos blancos y ellos negros, algo que no deja de chocarnos.


En Sudáfrica hay millones de personas de Zimbabwe trabajando, comentan que son muy apreciados, por ser buenos trabajadores y su nivel alto de inglés. Muchos, antes, se juegan la vida cruzando los ríos fronterizos entre Zimbabwe y Sudáfrica, infestados de crocodilos,  para ir en busca de nuevas oportunidades en esta Sudáfrica más desarrollada e industrializada que es el motor económico que mueve toda esta parte sur del continente. Los niños en general se quedan con los abuelos en Zimbabwe, la educación sigue siendo buena a pesar de los grandes recortes.

En nuestra ignorancia no teníamos idea de que Zimbabwe tuvo su época gloriosa. Los que visitaron el país hace 25 años se quedaban sorprendidos por sus buenas carreteras y trenes, ciudades organizadas y limpias, hospitales y sobretodo una de las mejores educaciones de África y del mundo. Una enorme producción agrícola, controlada por los blancos, en sus fértiles tierras (cereales, tabaco, ganado) y la explotación minera claro está, produciendo toneladas de oro, diamantes, carbón, platino… Un país muy rico.

Los primeros años de gobierno de Mugabe fueron ejemplares. Con unos ideales socialistas puso a punto tras la independencia en 1980. Había una pequeña población blanca muy poderosa en el país y tuvieron también su parte en
el gobierno. Las cosas funcionaban. Hoy, Mugabe, con sus más de 90 años, sigue apoltronado en el poder, ha sido el único presidente desde la creación de Zimbabwe, reelegido con elecciones fraudulentas, denunciado y aislado por las grandes potencias, salvo China.

El país se ha venido a pique, sobre todo a partir del 2000, como resultado de unas medidas controvertidas, especialmente por la “expulsión” de los granjeros blancos y el reparto de tierras a gente negra que no tenía idea de cultivar a nivel industrial, por lo que ahora casi todo se importa a precios caros desde Sudáfrica. Esto y una inflación galopante, acabó con la adopción del US dólar como moneda oficial y los precios por supuesto se dispararon aún más. En los supermercados, por ejemplo, hay cosas básicas mucho más caras que en España, y ni que decir de artículos de consumo. Por ejemplo, la leche cuesta 1.30$/litro, un paquete de pan 1$, la gasolina 1.40$/litro. Una mochila para la vuelta al cole 35 $ (aunque en los mercadillos, se consiguen más baratas o de segunda mano). No entendemos como la gente puede permitírselo.

Pese a la situación los zimbabwenses siguen sonrientes, tienen una actitud ante la vida que sorprende. La expresión “all right” que escuchas continuamente refleja su pensamiento, nos dicen que mientras mañana sea otro día, todo está bien. Que la vida es un ciclo, con altos y bajos, por lo que el futuro será mejor y sólo hay que esperar. Así son ellos. Silenciosos ante la vida pero buenos conversadores.

Alguien que conoció la buena época del país fue Pepe. Una tarde nos íbamos a sentar a comer en Great Zimbabwe, cuando vimos llegar una furgoneta con matrícula española. Eran Pepe y Alegría, unos Madrileños veteranos con África (vivieron 9 años en Nairobi), recorriendo una vez más el continente africano. Esperamos volverlos a ver, corto pero intenso encuentro con ellos!

Con Pepe y Alegria
En la segunda ciudad del país, Bulawayo, pudimos conocer cómo viven los pocos blancos que quedan en Zimbabwe. Gracias a Couchsurfing, pero sobretodo a Marie-Hélène, una francesa profesora en la “Alliance Française” nos adentramos en un barrio exclusivo, con inmensas fincas arboladas. Estuvimos hospedadas en su casa alquilada de estilo colonial, con enorme jardín, piscina y criada (incluida en el contrato). Allí vive la comunidad blanca (aún quedan bastante viejitos blancos nacidos acá), que se mantienen en su burbuja, ficticia, aislados de la vida cotidiana de los negros, a los que emplean de jardineros y criadas. 2 años y medio en ese mundo artificial han sido suficientes para nuestra host, ya tiene ganas de cambiar de destino y salir de Africa.

Un reflejo de la decrepitud del país es el tren que de Bulawayo nos llevó a las cataratas Victoria. Pero una suerte que aún circulen trenes de pasajeros y no sólo convoyes mineros.

Aunque no suele ser frecuente en nuestra manera de viajar, por una vez pagamos la categoría más cara (12 $/persona), la “sleeper” o coche cama, con compartimiento para nosotras solas. Pero nada de lujos, el tren era tan viejo que venía rotulado con “RR”, de Rhodesia Railways, y ya hace 35 años que el país cambió de nombre con la independencia.

16 horas de tren para hacer 500 km, así que estamos haciendo un curso intensivo de paciencia, aprendiendo de los locales a esperar y esperar. Relajadas, viajando en tren como lo hacían los ricos europeos hace más de un siglo.

Y así llegamos a Victoria Falls, una de las Cataratas más famosas del mundo, junto a Niágara e Iguazú. Es uno de los sitios más turísticos de África, en la frontera entre Zambia y Zimbabwe. El lugar no defrauda, nos lo hemos disfrutado, pero esta parte os la contaremos en otra dosis de nuestras historias viajeras.


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